De pena ajena
La justicia mexicana ha encontrado su propio reality show. El de por sí dudoso ejercicio de elegir a impartidores de justicia se ha convertido en un espectáculo absurdo, en una farsa. Las campañas para la Elección Judicial han comenzado y, con ellas, un desfile de vergüenza y bochorno nacional.
En algún punto entre lo patético y lo alarmante, encontramos a candidatos a ministros de la Suprema Corte comparándose con chicharrones preparados. “Estoy más preparado que un chicharrón”, proclama, orgulloso, un aspirante rodeado de estudiantes. Una candidata se autonombra “Dora la transformadora”, mientras derrumba torres de expedientes en un acto que pretende ser simbólico, pero resulta infantil.
“Transparencia y verdad, ese es mi legado”, “canta” otro candidato al ritmo de reguetón. No falta el magistrado “rockero” que toca Crazy Train, como si la capacidad para interpretar a Ozzy Osbourne fuera requisito para impartir justicia laboral.
Ver a estos “profesionales del derecho” convertidos en influencers de ocasión produce no sólo pena ajena, sino una profunda preocupación sobre el futuro de nuestro sistema judicial.
Lo que presenciamos no es una campaña electoral, sino un concurso de popularidad en TikTok. ¿De verdad queremos que la........
© Proceso
