Respeto
En un Estado de Derecho no es posible consentir que los ciudadanos y aún menos los altos dignatarios del estado, insulten impunemente a las autoridades judiciales, a los órganos de control o a los responsables administrativos de cualquier orden, por las decisiones que adoptan en el marco de sus competencias constitucionales y legales; como tampoco es dable aceptar que las agresiones verbales, las amenazas y descalificaciones sistemáticas de quien piensa distinto, se perciban como manifestaciones “normales” del debate democrático.
El llamado carácter “disruptivo” del discurso, la alegada voluntad de “romper con la hipocresía reinante”, con “las formas y cortesías de los poderosos”, son........© El Nuevo Siglo Bogotá





















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