El liderazgo se construye, no se impone
Vivimos tiempos en los que la visibilidad pesa más que la credibilidad y donde el acceso a espacios de poder parece depender más de relaciones personales que de preparación o mérito. En este contexto, resulta urgente y necesario volver a los principios del liderazgo auténtico. Porque el liderazgo verdadero no se otorga por decreto, no se hereda por apellido, ni se impone desde una estructura de poder. El liderazgo real se construye. Y se construye con hechos, con valores sostenidos y con la coherencia de quien entiende que liderar no es un privilegio, sino una responsabilidad.
Liderar no es ocupar una silla. No es figurar en la foto. No es repetir discursos vacíos ni actuar según conveniencias momentáneas. Liderar implica asumir un compromiso constante con la verdad, con la gente y con el bien común. Y eso no se simula. No hay campaña, estrategia ni relaciones públicas que puedan reemplazar la construcción diaria de........
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