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Acuerdos sobre recursos naturales

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Luis Brietódicamente las naciones más desarrolladas tecnológica o militarmente se apoderan del territorio y los recursos de las menos avanzadas. Las herramientas del pillaje son las deudas y el atropello armado. Ambas casi inseparables.

Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial se han librado más de un centenar de guerras. La mayoría de ellas, aparentemente emprendidas en defensa de nobles ideales, en realidad versan sobre la rebatiña de energía fósil y minerales estratégicos, la vía de acceso a ellos o la participación al explotarlos.

En todas, la  mecánica es la  misma. Se provoca que un país se endeude, bien para sufragar una pésima administración, bien para costear una guerra. Después de dilapidar préstamos e inversiones, se le pasa una factura que sólo puede ser pagada con los recursos del país. Las autoridades responsables deben cederlos a espaldas del pueblo, o forzando el consenso mediante  ideología, demagogia, represión o la combinación de ellas.  Una nación deja así de pertenecer a sus ciudadanos y colma  los patrimonios de Estados o inversionistas  extranjeros. A este latrocinio se le adjudican los más hermosos nombres: cooperación, inversión directa, modernización, apertura, ayuda, cuando es en realidad  una guerra de saqueo económico y estratégico adornada con falsos adjetivos.

Ejemplos. Estados Unidos bloqueó durante casi una década a Irak; lo invadió en 2003 causando demoledora destrucción de su población, su economía y su patrimonio cultural; e hizo ejecutar a su presidente Sadam Hussein alegando que éste preparaba “armas de destrucción masiva”........

© El País