No hay progreso sin democracia y sin libertad
Vivimos tiempos difíciles y angustiantes. A nivel global, resurgen conflictos bélicos, gobiernos elegidos por la vía electoral adoptan formas autoritarias, y la polarización ha sustituido al diálogo con resultados trágicos para personas e incluso pueblos. Y Bolivia no es la excepción.
¿Por qué pasa esto? En parte porque los propios líderes electos erosionan sus instituciones desde dentro. Así lo advirtieron Steven Levitsky y Daniel Ziblatt en su obra Cómo mueren las democracias, donde describen con claridad cómo el desprecio por las reglas del juego y la deslegitimación del adversario pueden desmantelar el sistema democrático sin necesidad de atacar directamente el sistema de pesos y contrapesos.
¿Debería preocuparnos? Sí, porque la democracia no es solo un procedimiento electoral, sino un mecanismo complejo de rendición de cuentas, deliberación pública y respeto a los derechos fundamentales, pero en un entorno “pacífico”.
En este contexto, la libertad de expresión es un componente........
© El Deber
