José Martí: muerte en Dos Ríos, eternidad en la historia
El Apóstol de la independencia cubana no fue solo un estratega político, sino un visionario cuya pluma encendió conciencias y cuya acción marcó el camino de la libertad.
Destacó por la vastedad de su cultura, su conocimiento de leyes, su talento literario y hasta labores diplomáticas desempeñó. Su obra periodística, dispersa en decenas de publicaciones en América Latina y Estados Unidos, revela a un pensador agudo y comprometido. La prosa vibrante del Héroe Nacional no solo informaba, también conmovía. Demostró que no hay contradicción entre profundidad y claridad. Cada palabra suya estaba cargada de sentido; cada metáfora era un destello de su genialidad.
Desde sus escritos y sus discursos delineó los principios éticos de una república futura. Entendió que la lucha por la soberanía de Cuba, más que un acto de guerra, era un deber moral. Insistió en que “la patria es ara, no pedestal”; es decir, un lugar de sacrificio, no de glorias personales.
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