Running en altura: el reto de correr en ciudades sobre los 2.500 metros
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En medio de la creciente popularidad del running como estilo de vida y disciplina deportiva, una variante cada vez más comentada y practicada es la del running en altura. Ciudades como Bogotá (2.640 m s. n. m.), Quito (2.850 m s. n. m.) o La Paz (3.640 m s. n. m.) se han convertido en escenarios frecuentes para corredores amateurs y de alto rendimiento que buscan mejorar su resistencia y rendimiento. Sin embargo, entrenar en alturas superiores a los 2.500 metros no solo implica retos físicos considerables, sino también una serie de adaptaciones fisiológicas que no todos conocen ni manejan correctamente.
“El cuerpo humano está diseñado para sobrevivir a diferentes alturas, pero eso no quiere decir que se adapte de forma inmediata o sin consecuencias. Cuando uno corre a más de 2.500 metros sobre el nivel del mar, lo primero que se nota es la falta de oxígeno, porque la presión atmosférica disminuye, lo que hace que entre menos oxígeno en cada respiración. Eso obliga al cuerpo a trabajar más duro para llevar oxígeno a los músculos”, señaló Gustavo Álvarez, entrenador en educación física y coordinador técnico de carreras.
Esta hipoxia relativa (menos oxígeno disponible) produce una reacción en cadena dentro del organismo. Entre las primeras respuestas, el cuerpo acelera la frecuencia respiratoria y cardíaca. “Es normal que el corredor se sienta más fatigado, que su ritmo cardiaco suba más de lo habitual y que incluso se sienta mareado o con náuseas los primeros días.........
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