Cuando se habla de seguridad hídrica, la mayoría de las personas piensa de inmediato en sequías; en cómo garantizar el acceso al agua cuando escasea. Aunque esta visión es válida —más aún en tiempos de cambio climático—, esta es apenas una parte del problema, porque la seguridad hídrica también se ve comprometida cuando el agua sobra, cuando un río se desborda, cuando la infraestructura colapsa.

Lo hemos vivido en carne propia en Santander. Lluvias prolongadas, suelos saturados, inundaciones, derrumbes, cultivos que se pierden, vías que se fracturan y familias que lo pierden todo. En una región montañosa y atravesada por una red compleja de microcuencas, los riesgos hídricos no se........

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