Dieciséis notas sobre la disolución del PKK por Trump, Erdogan y Ojalan
1. Nadie se imaginaba que el esperado anuncio del fin de la lucha armada del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), por su líder Abdolá Ojalan, también fuese una esquela de su muerte (¡y por el asesinato a manos de su propio progenitor!). ¿Se han cumplido los objetivos del partido para ahora disolverse? Nacido en 1978, se declaró marxista para reclamar los derechos del pueblo kurdo, profundamente discriminado por el chovinismo turco. El PKK empezaba mal, por dos razones: a) la lucha armada debería ser solo una de las formas de la batalla contra una dictadura capitalista tan brutal, y no la única; y b) marcar como objetivo la independencia de Kurdistán de nada menos que un país miembro de la OTAN, hacía imposible lograr el objetivo. A golpe de realidad, Ojalan reorientó la estrategia del PKK hacia la autonomía, pero sin dedicar tiempo y recursos a crear lazos con los trabajadores turcos y sus representantes, imprescindibles para su propósito. Poco después, en el momento que renunciaba al marxismo, cayó en la trampa tendida por EEUU que, tras la disolución de la URSS, se había empeñado en romper los grandes y poderosos Estados de la zona para convertirlos en mini-Estados controlables. La idea de un Gran Kurdistán ya le parecía posible: “solo” había que destruir y luego desmembrar a Turquía, Irán, Iraq y Siria. La creación de la región autónoma de Kurdistán en Iraq en 1992 por George Bush y en “Rojava” ( “occidental” en kurdo) creadas bajo la ocupación de las tropas de Barack Obama en 2012.
Nadie confesaba que tal proyecto se materializaría mediante unas terribles y largas guerras organizadas por el imperialismo estadounidense y sus aliados, y que implicaría la muerte de varios millones de personas y la calamidad de otros cientos de millones. ¿Qué Estado renunciaría por las buenas a una parte de su territorio? ¿Cómo la izquierda europea ha podido respaldar tal despropósito —de una bandera nacionalista por una patria— (¡les faltó un Dios!)? Y ahora, el dirigente kurdo, en un cambio radical, aboga por una “Turquía democrática y poderosa” (sea eso lo que sea) basada en las “relaciones históricas entre kurdos y turcos”.
2. La decisión de Ojalan fue vitoreada por EEUU, la dictadura religiosa de Arabia Saudí y el totalitarismo islámico de Irán y por supuesto por los partidos fascistas turcos (laicos e islamistas). “¿Qué has dicho, viejo estúpido, que la canalla te aplaude?”, se dijo el líder comunista alemán August Bebel, al ver que la derecha lo aplaudía durante uno de sus discursos en el parlamento. Pero Ojalan no es comunista y no se ha equivocado al transmitir sus ideas.
