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La dignidad y la última carta de la baraja

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10.04.2025

“De viernes a domingo, en la presente semana, se presentará en el teatro Hubert de Blanck la obra de Héctor Quintero La última carta de la baraja, con Edwin Fernández, Alicia Bustamante, Silvia Planas y otros artistas. Esta obra ya ha sido presenciada por más de 22 mil espectadores en 68 representaciones”. Así reseñaba Granma, hace casi medio siglo, la puesta de una obra cuyo tema central era la situación de los viejos; o sea, la marginación y el desamparo que sufren muchas personas cuando llegan a la vejez.

En aquella remota Cuba de finales de los 70 y principios de los 80, cuando no solo crecía “la economía” (la macro) de manera incesante, sino el nivel de vida y el bienestar de las personas —no de un grupo, sino de todos los cubanos—, el teatro, una vez más, se adelantaba a poner la llaga en el dedo: los viejos iban quedándose atrás.

Desigualdad y reformas: ¿un silogismo criollo?

En los números y debates que la revista Temas ha dedicado a la pobreza, la desigualdad, el envejecimiento, el género, el racismo, los impactos de las múltiples crisis que atraviesan la sociedad cubana (la policrisis, Mayra Espina dixit), agravadas por catalizadores como la pandemia, así como en un debate reciente sobre la situación de las personas con discapacidad, emergen con mayor intensidad que antes aristas sociales y culturales manifestadas en nuevas relaciones sociales.

Si nos detenemos en esa red de connotaciones y culturales, veremos que, en el espacio común de todas ellas, la cuestión de la dignidad de la persona “brilla con luz propia” —como decía aquella canción de Pablito Milanés—.

Para poner por delante la idea que quiero argumentar en este breve espacio, diría que encontrar el (otro) camino al socialismo depende más de recuperar como punto cardinal la cuestión fundamental de la dignidad de las personas que de halar el hilo dorado para salir del laberinto circular de la crisis económica propiamente dicha.

Por dignidad de la persona entiendo la conciencia que tiene de sí misma, no solo como una condición psicológica, moral o ideológica, sino ligada al conjunto de sus relaciones sociales. Y que se manifiesta en actitudes muy concretas, como el sentido de pertenencia a una sociedad donde se ve reflejada (o no); se siente reconocida como una presencia activa, y no solo con acceso a la........

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