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Humberto García Larralde: Justicia social en la democracia liberal

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25.11.2025

La noción de justicia social en el marco del liberalismo suele obnubilarse por su asimilación con el neoliberalismo. En realidad, esta última es una interpretación sesgada del liberalismo, cuya acepción es mucho más amplia. Trata de una perspectiva filosófica, más que de una doctrina, que descansa en la convicción de que debe haber derechos básicos irreductibles del individuo en sociedad. Inspira propuestas de sociedad amparadas en marcos institucionales que consagran la libertad personal y la igualdad ante la ley. Su defensa de los derechos civiles lo opone al autoritarismo y a todo intento de imponer una perspectiva particular a los demás. En lo económico, defiende a la iniciativa privada y el derecho de propiedad, y procura limitar la intervención del Estado. Pregona la convivencia basada en la pluralidad de intereses, la tolerancia y el respeto por posturas distintas, siempre y cuando éstas no restrinjan las libertades de todos. Tiende a adversar posturas conservadoras, por tanto, ya que éstas buscan que la gente se atenga a las costumbres, valores y/o supuestas verdades existentes.

El neoliberalismo sí asume una postura particular, que considera superior a las demás por descansar en “verdades” científicas, en este caso, las de la ciencia económica. Relativiza, así, su noción de tolerancia frente a ideas diferentes. Su enfoque asume la forma de una doctrina, no de un posicionamiento filosófico ante la vida en sociedad. Considera que la iniciativa privada resume las libertades individuales fundamentales, por lo que de ninguna manera debe ser interferida. Basándose en los preceptos del modelo neoclásico de equilibrio general, concluye que el arreglo social óptimo es producto de la interacción libre de individuos en los mercados[1]. Toda intervención externa generaría una situación subóptima, reduciendo el producto y, por ende, el bienestar de la sociedad. La justicia social debe dejarse, por tanto, a la acción de los mercados (libres), sin intervención estatal.

Ante la objeción de que no basta con maximizar la producción, ya que debe procurarse la distribución de sus frutos según criterios de justicia social aceptados, acude de nuevo al rescate el modelo neoclásico. De no intervenir los mercados, a cada agente productivo –trabajador, gerente, capitalista, etc.—se le remunerará de acuerdo al valor económico........

© La Patilla