Asdrúbal Aguiar: Descifrando a Trump, desde USA
A Rafael de la Cruz
Es una perogrullada recordar que Estados Unidos ha transitado por una experiencia de polarización política desde cuando sobreviene el agotamiento por colapso del socialismo real en el eje soviético, y al emerger como sustituto cultural, también en Occidente, la dictadura del relativismo.
Lo cierto es que entre polarizaciones y relativizaciones ético-políticas mientras duerme la razón, los primeros maltratos y las desvalorizaciones los sufren, en el tránsito entre épocas, el sistema de principios y valores contenidos en nuestros órdenes constitucionales, que son las amalgamas o raíces que soportan y humanizan al poder desde la modernidad. Toda nación integrada por seres humanos, diversos que son todos y cada uno, unidad y realidad única que se hace promesa en y junto a los otros, es en esencia intelectualmente centrista. Estados Unidos lo ha sido y dejó de serlo, más allá de sus configuraciones partidarias.
Así se explica que, durante los 30 años recorridos hasta la emergencia de la pandemia universal china, se hayan visto trituradas las bases fundacionales de las milenarias tradiciones judeocristianas y grecolatinas que nos han dado ser y perfil a los americanos – desde el Ártico hasta el Cabo de Hornos – y han sido las anclas de nuestra renovación dentro del gran mediterráneo que es el Atlántico. Lo más visible e institucional se nos ha fracturado, a todos, incluso a los norteamericanos, a saber, el sentido del Estado de Derecho, de la democracia, y del ideal restrictivo de los derechos humanos, una tríada inseparable.
La deconstrucción de nuestras raíces culturales la advirtieron a tiempo – ¿acaso midiendo los efectos de las grandes revoluciones del conocimiento y la información – los padres de la Galaxia Rosa, que así la titula Sebastián Grundberger. Fidel Castro y Lula da Silva, en efecto, hacen presente la urgencia de atar al imaginario colectivo iberoamericano, a partir de 1989, los númenes históricos boliviariano,........
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