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Crónicas del Salitre ¿Escribir para qué, Dr Prieto?

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07.05.2025

Finalizada la guerra provocada por Hitler y los nazis, el mundo entró en un gran resurgir en los años 50 del siglo XX. Esa época de la post guerra fue una gran época. Los automóviles cambiaron radicalmente su apariencia, con modernas carrocerías y muchas innovaciones mecánicas. La velocidad automática, el aire acondicionado, la radio con mayor poder de sintonía y sonoridad, estaban en la oferta de los nuevos modelos.

La vida fue otra, luego de la cruenta paralización industrial que se vivió en los grandes países entre 1939 y 1945. Durante la guerra lo prioritario fue atender la demanda de material bélico. En esos años, en lo que a Estados Unidos concierne, solo se fabricaban armas, aviones, jeeps , camiones y tanques de guerra. Los cauchos sin tripas, contra pinchazos, probados con gran éxito durante la guerra, estaban ofertándose –como toda una gran novedad –desde 1948.

En fin, el automóvil, fabricado en serie y puesto al alcance de todas las clases trabajadoras por Henry Ford, un norteamericano genial, comenzó a diferenciarse de sus antecesores, hasta en el sonido de la corneta. En 1950, desaparecieron los estribos, solo visibles a partir de entonces en los vehículos de carga.

Montarse en el estribo, agarrado a las puertas desde la parte exterior de los carros, fue todo un deporte para los muchachos de mi generación. Cada vez que aparecía Facho Gómez, desde Los Hatos, con su bellísimo Chevrolet 39, negro, muy reluciente, los muchachos del Valle y de La Playa, de Pedro González, se disputaban la oportunidad de montarse en el estribo. Esto enfurecía mucho a Facho. Más de una vez vimos bajarse de su automóvil y perseguír a sombrerazos, entre insultos, a Pablo Estaba y otros inesperados pasajeros.

Los zapatos de dos tonos, fabricados en Los Hatos y en El Maco de Margarita, por artesanos que habían heredado el oficio desde los tiempos de los españoles, lucían tan parecidos como aquellos que calzaban Clark Gable y otros actores del cine de Hollywood, en los reportajes de las primeras revistas a color editadas en La Habana y en Panamá, países en los cuales la influencia del modernismo tipográfico de Estados Unidos era muy evidente. La revista “Siempre”, con sus bellas artistas en portada, destacaba comp la mejor y más leída publicación cinematográfica mexicana. La llegada a Caracas del gran invento de la post guerra, la televisión, era otro motivo de frecuentes reportajes en los diarios venezolanos.

Daniel Santos y el trío mexicano, Los Panchos, popularizaban el bolero. De pronto, los tangos de Gardel comenzaron a ser canciones del pasado. Películas y discos del gran cancionero argentino, intentaban sobrevivir, entre toda una legión de........

© El Diario de Guayana