A las cinco de la mañana, ya hay filas frente a los puntos de venta de EMAPA en Santa Cruz. Vecinos madrugan con la esperanza de conseguir una botella de aceite, un paquete de arroz o algo de azúcar. No hay garantías. Solo necesidad.
La escasez ha dejado de ser una alarma ocasional para convertirse en rutina. En los mercados del Plan Tres Mil, la Villa Primero de Mayo o la Pampa de la Isla, los precios cambian cada semana. Comerciantes que antes abastecían con normalidad hoy ajustan márgenes, resignan ganancias o directamente cierran. Algunos deben decidir entre comprar mercadería o pagar servicios. Otros, simplemente abandonan sus puestos.

Santa Cruz, tradicional motor económico del país, hoy resiste en condiciones que ponen a prueba la paciencia y el ingenio de su gente. Los surtidores tienen filas interminables y........

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