Sin duda, el proceso electoral que vive el país es el más turbulento de los últimos tiempos. Las manifestaciones, amenazas y acciones delictivas perpetradas por seguidores de Evo Morales son una clara evidencia de los peligros que acechan a la democracia; pero hay otros síntomas que también deben ser considerados.

En primer lugar, están los actores políticos —casi todos—, que se han convertido en negociantes inescrupulosos dentro de un mercado persa de siglas partidarias. En ese libre comercio participaron quienes pretenden dirigir un país, pero carecen de respaldo estructural, militancia, principios o ideología. Así, Tuto Quiroga cerró acuerdos con el FRI; Rodrigo Paz disputó intensamente la sigla del PDC; Jaime Dunn saltó de una agrupación a otra; y finalmente aparece Paulo Rodríguez Folster, un personaje más conocido por su dirigencia remota en un club de fútbol que por su pensamiento o acción política.

Luis Arce y Evo Morales son ya historias separadas. El primero se quedó con la sigla del MAS a fuerza de fallos........

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