Qué celebra Andalucía el 28 de febrero
Contemplar nuestra tierra desde el cielo, desde un altísimo dron, o con la amplia visión que un águila real pueda alcanzar a ver, planeando majestuosa y lenta sobre la ancha Andalucía, nos permitiría observar una extensa llanura central por la que discurre el Guadalquivir desde el noreste hasta el suroeste, desde la Sierra de Cazorla hasta su desembocadura en el Atlántico, rodeada de montañas y sierras, que forman como un baluarte, una extensa muralla natural, que la resguardara de extraños invasores. Pero eso es solo una percepción imaginaria, hipotética, irreal, casi soñada, porque pocas tierras de España han sufrido tantas invasiones, que acabaron quedándose, permaneciendo, impregnándose de este aire y esta luz y aportando ideas, costumbres, creencias, tradiciones y recuerdos, que han conseguido hacer de nosotros los menos nacionalistas de entonces y de ahora. El arte, la literatura, la música, la arquitectura son mezcla indisoluble, dulce mestizaje de mármol, ladrillo y azulejos, olivos y cipreses. Lejos de nosotros la impura pureza. No somos nacionalistas porque es sencillamente imposible. No se es nacionalista del cielo, se puede ser celestial e incluso celeste, pero no celestialita.
Opinión TE PUEDE INTERESAR Una habitación con vistas Mariano VergaraCon motivo del estudio de unos manuscritos concretos, que no vienen al caso en este momento, tuve en mis manos hace pocas semanas un documento en el que Fernando VII – ahorro al lector la consabida retahíla de calificativos, que suelen acompañar al nombre de este individuo suficiente y justamente insultado – en el que se premiaba la traición de Gonzalez Moreno, alias “Viriato”, al general Torrijos, que supuso, no solo el asesinato del líder y sus compañeros, sino también el de la propia libertad, cuyas funestas heridas aún seguimos sin conseguir suturar. El premio de la traición fue su nombramiento como Capitán General del Reino de Granada. Ojo, de Granada. No de Andalucía. En 1832. Andalucía, como sujeto de derecho, como entidad política, como departamento administrativo no existía bien avanzado el siglo XIX. O si se quiere, existía en la zona occidental con capitalidad en Sevilla, pero sin que ello afectara en gran medida a la gente del común. Y esto que ocurría aquí, sucedía también en casi todas las taifas autonómicas en que hemos decidido constituirnos. No voy a mencionar uno por uno los casos, dejo al hipotético lector que examine lo que quiera. Casi todo es falsedad bien inventada. Solo ha habido en España dos comunidades históricas, dos reinos independientes, que decidieron unirse con bastantes trabas y cortapisas al principio y plenamente unidas bastante después, Castilla y Aragón. Nada más. Y nada menos. Y ninguna de ellas ha sido nunca nacionalista, hasta que la ignorancia y los intereses económicos y partidistas han conseguido que lleguemos donde estamos. Que no está muy claro donde es. Si una nación de naciones – con qué facilidad la ignorancia de algunos crea naciones, sin pensar en el trabajo, las muertes y el esfuerzo que costó a Napoleón la creación de la primera nación europea autentica – o simplemente en una casa de locos, por no decir otra cosa ofensiva para una dignísima profesión.
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