Resolver los problemas de seguridad en el contexto colombiano y particularmente en regiones complejas como el Valle del Cauca, exige superar la visión tradicional que ha fragmentado el análisis entre lo estrictamente policial y lo estrictamente social.

Durante años, la inteligencia criminal ha sido el principal instrumento para comprender el fenómeno delictivo, identifica actores, estructuras, economías ilegales, modus operandi y patrones de expansión criminal.

Sin embargo, cuando se aborda de manera aislada, corre el riesgo de reducir la seguridad a un asunto exclusivamente operativo.

Esta mirada es necesaria, pero no suficiente para transformar realidades territoriales donde convergen crimen organizado, vulnerabilidades sociales e institucionales, disputas económicas y dinámicas comunitarias.

Es en este punto donde la inteligencia territorial se convierte en un complemento imprescindible. A diferencia de la inteligencia criminal, que se enfoca en el actor y la actividad delictiva, la inteligencia........

© Diario Occidente