La beldad de Prado 48
Aquella mujer podría haber protagonizado una novela de Gabriel García Márquez
Llevaba una diadema con un dije que le colgaba en la frente, cuya piedra luminosa tenía el mismo color esquivo de sus ojos y todo en ella exhalaba un aura de frescura.
Así describió el autor de El amor en tiempos del cólera a su principal figura femenina, Fermina Daza. Tan deslumbrante y amada como ella fue una cubana, devenida celebridad; hasta la cadencia de su nombre Catalina Lasa se añade a las similitudes.
Entre los múltiples sucesos protagonizados por la bella nacida en el mayor archipiélago de las Antillas, uno involucra a cierta tarde-noche de 1905 y una casona del entonces aristocrático Paseo del Prado. Unámonos a los visitantes.
Así era el Prado a inicios del siglo XX, cuando el matrimonio Lasa-Estévez se estableció en la casona número 48. /pinterest.comPuertas adentro, el vitral que mostrará a la Diosa Fortuna y atraerá sus favores demorará un poco en sustituir al ventanal, tan blanco aún como los mármoles de la escalera. Los cristales se ocultan tras las guirnaldas de utilería. Sobre un escalón se alza la reina Luisa de Prusia, casi cual la pintara Gustave Ritcher: el manto de armiño sobre los hombros, un zapatico de raso despuntando insolente (el escenógrafo y la modista, o el modisto, se esmeraron en copiar los detalles). Hierática, la dama observa el pasmo de sus invitados. Diríase que una semisonrisa altera la majestuosidad de la cabeza femenina. Alguien ríe, aprobatorio. Dos o tres señoras le hacen coro y el grupo masculino, vestido de etiqueta, pierde su aire almidonado.
La mano de la soberana se eleva hacia el frente, sensualmente criolla; las voces crecen hasta apenas caber en los salones engalanados, haciéndole competencia a la música. Se mueven con sus bandejas los criados, mientras Catalina recibe parabienes de sus súbditos y los conduce –quién osaría rebelarse– pasillo adentro, a disfrutar de reproducciones pictóricas: L’Escarpolette, de Fragonard; un cuadro atribuido a Gérôme; La visión de Juana de Arco, obra de Lepage…
Se esmera al máximo la anfitriona en satisfacer las expectativas de la alta sociedad habanera, cuyas tertulias se han nutrido durante meses de la esperadísima inauguración del palacete Estévez-Lasa. Y triunfa este 22 de mayo.
Igual lo hizo Fermina Daza, tras su boda con el doctor Juvenal Urbino y el paseo por la capital de Francia: Las mismas damas de alcurnia que al principio la menospreciaban y se burlaban de ella por ser una advenediza sin nombre, se desvivían porque se sintiera como una de las suyas, y ella las embriagaba con su encanto […] Era otra: la compostura de persona mayor, los botines altos, el sombrero de velillo con una pluma de colores de algún pájaro oriental, todo en........© Bohemia





















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