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Credo boricua

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13.03.2025

El independentista Salvador Tió Fernández conversa sobre su vida, dedicada a dar pelea desde la abogacía. Cuba, entre sus amores

Llegó a La Habana con un libro de décimas debajo del brazo y una chaqueta por encima; ésta, a veces, la dejaba en casa, el libro nunca. Era como si con el calor cubano se le hiciera más perentoria la cercanía de su patria, a la que ama intensamente también en métrica de su coterráneo Teófilo Torres en sus Décimas por saco. Encomienda fallida la mía de pasarle un ejemplar a Silvio Rodríguez, por eso me ofrecí a desdoblarme como mejor sé hacerlo. Fue fácil convencerlo de ser entrevistado para Bohemia.

Salvador Tió Fernández habla en la celebración del centenario de don Rafael Cepeda, cultivador y defensor de la máxima expresión folclórica de Puerto Rico, la música y los bailes de la bomba y de la plena. / Cortesía del entrevistado

Salvador Tió Fernández es un abogado en toda regla; entonces el verbo le brota incansable, indetenible, con alto vuelo en las particulares apreciaciones políticas, éticas, sociales y hasta versadas, pues está emparentado con Lola Rodríguez de Tió, esa gigante de la palabra que, –como José Martí– nos dejó atados a los boricuas de por vida. Uncidos estamos a un pájaro de incompleto vuelo, porque la hermana tierra puertorriqueña sigue siendo un Estado Libre Asociado, si bien nuestro interlocutor afirma que no es ninguna de las tres cosas.

De trato educado, amable, cuando describe o analiza alguna realidad relacionada con nuestro enemigo común, el imperialismo estadounidense, parece va a rompérsele el cuerpo de tanta ira, una irrefrenable; entonces utiliza cada calle, cada café como espacio de lucha, similar a un tribunal donde seguir defendiendo al “de abajo”, o para exigir el cese del bloqueo impuesto a Cuba.

Recordar se le hace fácil y, aunque como cualquiera se pierde de momento en la precisión de las fechas, sigue el ritmo del diálogo para de repente interrumpirlo en una elipsis, dando con el día y el año justo de un escurridizo suceso en su memoria, mas no de la historia. Sí, este abogado de profesión forma parte de la contienda boricua por la emancipación vista desde otros frentes, como fue la acusación de “fariseísmo hipócrita” hecha por él en 2012 contra la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), por avalar, y justificar, cada acción interventora norteamericana en nuestras naciones latinoamericanas.

En defensa de los de abajo

La Marina de Estados Unidos........

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