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Días de gatos

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21.02.2025

Los gatos, esos adorables y enigmáticos compañeros, son celebrados en tres fechas distintas a nivel mundial, lo que nos invita a reflexionar sobre su papel en nuestras vidas, impacto cultural e importancia de cuidarlos.

Desde 2009, el 22 de febrero se conmemora en los Estados Unidos, en honor a Socks, el famoso gato de la familia Clinton. En Japón también se rinde homenaje a estos felinos en ese mes, mientras que en Rusia la festividad tiene lugar en marzo.

El 8 de agosto fue designado por el Fondo Internacional para el Bienestar Animal (IFAW) como el Día Internacional del Gato, coincidiendo con la época de mayor fertilidad en el hemisferio norte. A diferencia del Día del Perro, que se celebra el 26 de agosto, esta fecha no promueve la adopción de gatos.

Por otro lado, el 29 de octubre se celebra, igualmente en los Estados Unidos, el Día Nacional del Gato, una iniciativa de la activista Colleen Paige, quien busca crear conciencia acerca de la cantidad de estos animales abandonados en las calles.

En Cuba, la Asociación Cubana de Aficionados a los Gatos (ACAG) también celebra a estos felinos en octubre con exposiciones, competencias y premios.

Los gatos, con su naturaleza independiente y su carácter cariñoso, se han convertido en una de las mascotas más queridas del mundo, y algunos estudios demuestran que pueden reducir el estrés y mejorar la salud cardiovascular de sus dueños.

La sección Bohemia Vieja aprovecha la primera conmemoración del año para presentar el reportaje “Una cita con el Gato”, escrito por Mario G. del Cueto. Este texto, ricamente ilustrado, explora la historia de los gatos en la civilización humana, desde su veneración en el Antiguo Egipto hasta su simbolismo en el
cristianismo e islamismo.

Igualmente se abordan las persecuciones que sufrieron durante la Edad Media, relacionadas con la propagación de enfermedades, así como rasgos psicológicos y otras características únicas de estos fascinantes animales. Además, se incluyen refranes y frases populares que los mencionan, presentados como textos independientes.

LEER EL TEXTO ORIGINAL AQUÍ

UNA CITA CON EL GATO[1]

“La mujer es más hermosa cuanto más se parece a una gata”, afirmaban los egipcios. ¿Por qué el gato no aparece acompañando a ningún santo? “Los dictadores odian a los gatos” —dice una americana. El gato: símbolo del amor y del adulterio. La nota musical “mi” es afrodisíaca para el gato. En la charada no hay otro animal con más números que el gato. Orgullo y aristocracia: características de los gatos. El animal más limpio de la creación

Sobre los gatos se han escrito centenares de libros, artículos, reportajes y numerosos trabajos literarios. El misterioso animal ha sido incorporado al refranero popular, en tal abundancia de expresiones, como ninguna otra de las especies zoológicas inferiores al hombre. Su historia, su psicología, sus costumbres, y el rico anecdotario en el que figura como protagonista, mantienen aún vivo el interés por su enigmática vida. Cuando para unos es la perfidia lo que caracteriza al gato —en oposición al perro—, para otros el extraño felino es objeto de la más profunda admiración. Se “es astuto y sagaz como un gato”; se dice que “hay gato encerrado” cuando se quiere mencionar la existencia de una razón oculta; y para aludir a lo riesgoso de una empresa, ¿no es acaso frecuente el empleo de esta expresión familiar; “sí, pero, quién le pone el cascabel al gato?”.

Historia

En la antigüedad el pueblo egipcio divinizó al gato. Bast era el nombre de la diosa a la que estaba consagrado. En el panteón egipcio ella personificaba —con cabeza de gata— el calor bienhechor, fecundante y vivificante del sol. Fue adorada en el bajo Egipto por toda una dinastía faraónica —la XXII— ocho siglos antes de Cristo.

Cuenta la historia que una vez los arqueólogos hallaron más de 180,000 momias de gatos en el templo de la Gruta de Diana cerca de la ciudad de Beni Hassan, posiblemente donde hoy se encuentra Tell Basta. Un egiptólogo eminente, el alemán Jorge Moritz Ebers, advirtió que el gato era el más sagrado de los muchos animales que adoraban los egipcios, puesto que su imagen se veneraba en todas las comarcas del país. En algunas inscripciones, un arqueólogo francés, Champollión el joven, —descubridor de las momias citadas— encontró que la palabra gato correspondía en lenguaje egipcio de la época a la palabra miau que aludía a la onomatopeya gatuna del maullido.

El glosario teosófico de Blavastsky señala que Bubasté, una ciudad egipcia, estaba consagrada a los gatos y que estos ejemplares de la raza felina lo mismo se ofrecían a la diosa Isis, que simbolizaba la luna —en cuyos templos los sacerdotes profetizaban según las posturas y movimientos del animal—, que a la diosa Bast (Osiris), destructora de los enemigos del sol. Esta doble característica, la de representar factores tan excluyentes como el sol y la luna, hacen más contradictoria e indescifrable la “personalidad” del gato.

En su novela histórica “José en Egipto”, el novelista germano Thomas Mann sitúa al bíblico personaje en la ciudad de los gatos, durante un día de fiesta. “Flotaba allí —dice el inolvidable autor— tan persistente olor a valeriana que el extranjero, aun poco habituado, sentíase casi molesto, siendo este olor odioso a toda criatura viva, salvo a la bestia sagrada de Bastet, el Gato, que, como nadie lo ignora siente por él una particular predilección. En el santuario de Bastet, que constituía el más importante edificio de la ciudad, manteníanse numerosas muestras de la raza gatuna, negros, blancos, coloridos. Con esa gracia flexible y silenciosa que les pertenece, se paseaban por sobre........

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