El fantasma del populismo
Hago una pausa en las crónicas de los 26 años —mi cruzada particular contra el olvido y la ocultación— para reflexionar sobre un anacronismo. En tiempos de reconstrucción política, conviene detenerse a pensar sobre diversos temas. Esta es, además, una época en la que nadie habla de economía ni de las penurias que atraviesa buena parte de la población; por eso, resulta oportuno ventilar viejas ideas —de allí lo del anacronismo— aunque sea solo como ejercicio retórico.
Anacrónico “populismo”.
Quiero referirme al “populismo”, que, aunque está de “moda” nuevamente, sigue siendo un anacronismo. El populismo no es, nunca y bajo ninguna circunstancia, justificable. Sin embargo, muchos se limitan a calificarlo o denostarlo sin analizar a fondo el significado de algunas de sus propuestas. Yo tampoco entraré a fondo, pero sí quiero destacar que no todo aquel que habla sobre problemas sociales, pobreza o injusticia es un comunista, un socialista decimonónico ni tampoco un populista o un demagogo, como tan fácilmente se descalifica a quienes se refieren a estos temas.
En efecto, el populismo es un anacronismo que, como fantasma, recorre nuevamente el mundo. Esta vez no disfrazado del comunismo que recorría Europa a finales del siglo XIX y principios del siglo pasado, como decía Marx (aunque ese fantasma también sigue dando sus carreritas).
Recorriendo el mundo.
Hoy en día, el populismo vuelve a recorrer países y continentes acompañado de su vieja e inseparable amiga: la demagogia. Llega de la mano de personajes insospechados, algunos bastante más jóvenes que el viejo Marx. Candidatos de variado pelaje y tendencia política −de derecha y de izquierda− lo adoptan en distintos países........
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