Sigourney Weaver, lejos de salvarse, estuvo a punto de ser decapitada por el monstruo pringoso en la última escena de Alien. Era el desenlace alternativo que los productores rechazaron. Demasiado horrible después de dos horas de celuloide de pesadilla. La heroína, con la escena de braguitas más sexis de la historia del cine, se salvó  de la espantosa nave. También el dubitativo Ridley Scott manejó un final distinto para otra de sus obras,Thelma y Louise. En lugar de seguir el vuelo hacia el vacío del descapotable de las heroínas, pensó en que, tras el beso del adiós, Susan Sarandon empuja fuera del auto a Geena Davis, que se salva. No cuajó. Ni el de Julia Roberts abandonada por Richard Gere en el epílogo tentativo de Pretty Woman, en un estrafalario vuelco de guion, o el estrambote de Los pájaros de Hitchcock en el que la pareja Tippi Hedren y Rod Taylor abandonan la aldea maldita entre una nube de fieras aladas y desembocan en un San Francisco vacío y arrasado, con el Golden Gate destruido, en el que se posan miles de esos monstruos con alas, en una escena terrible, casi premonitoria de El Planeta de los simios. Quizás sea demasiado, pensó el genio. 

Los guionistas del PP escrutan ya un final para el sanchismo. No puede ser feliz, evidentemente. El informe de la UCO sobre Cerdán ha resultado tan demoledor para el partido del Gobierno que suena a definitivo. Vale que el primer secretario de Organización........

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