Soberanía “a la carta”, por Gregorio Salazar
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Fue a través del exmagistrado Eladio Aponte Aponte, aquel tristemente célebre personaje que escaló desde su grado de coronel de la guardia nacional hasta jefe de todos los jueces penales del país, que los venezolanos confirmamos lo que era un secreto a voces: que la justicia venezolana había sido convertida en una materia dúctil, dócil, moldeable a los antojos o impulsos de venganza del poder caudillista. «La justicia venezolana es de plastilina», fueron las palabras de quien hasta poco antes de emprender su vuelo hacia latitudes imperiales presidía la Sala de Casación Penal del apodado Tribunal Supremo de Justicia (TSJ). Allí hizo y deshizo y más de una vez discurseó, de cortesana toga roja, prosternado y complaciente, ante el amo del poder.
Relató Aponte Aponte, tomando la precaución de poner unas cuantas millas de por medio de estos atribulados predios revolucionarios, cómo semanalmente se reunía un conciliábulo del cual también participaba la fiscalía general y poderes ejecutivos para decidir sobre cuáles cabezas opositoras había que dejar caer el aplastante yunque de la «justicia» roja. Y dio a conocer una lista larga de quienes fueron sus infortunadas víctimas, a quienes pidió perdón cuando ya no había caso. Poco después asumió una........
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