Lo que podemos evitar
Pero casi estoy seguro que Herbert Marshall McLuhan, el sociólogo que acuñó el término, no imaginó hasta qué punto se llegaría en los ámbitos ético, estético e incluso de lo volitivo y en todo lo concerniente a la dignidad humana.
McLuhan vivió el convulso siglo XX de las guerras mundiales, el enfrentamiento de las superpotencias y el surgimiento y auge de la radio y la televisión que, de manera más factual que los medios impresos, propiciaron una difusión sin precedentes de la información y, tristemente, de la desinformación.
Me atrevería a decir que estas primeras décadas del tercer milenio han sido, en el sentido comunicacional, más estrepitosas que los diez siglos anteriores y la desnaturalización de las cosas y el sensacionalismo, tal parece que nos han hecho retroceder a la teoría hipodérmica de los años 20 de la pasada centuria, con el famoso “quién dice........
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