El infinito derecho a votar o a no hacerlo
Votar implica ejercitar un derecho y hacerlo necesariamente atraviesa por un proceso de valoraciones para definir por quien votar. Si estuviésemos en cualquier elección previa a la de 1955, habríamos encontrado a dos grandes grupos de mujeres: las impulsoras del voto femenino con Hermila Galindo, Elvia Carrillo Puerto, Margarita Robles, María Ríos Cárdenas y Esther Chapa entre otras, así como otras que, sin colocarle adjetivo qué intente definirlas, buscaban conservar el mismo estatus, sea porque pensaban que los hombres iban a seguir tomando todas las decisiones y no tenía caso alguno participar o sea porque realmente creían que en el sistema como era, estaba bien y no votar implicaba no molestarse en involucrarse en lo público que, por definición, es conflictivo pues existe permanentemente una batalla constante por quienes y como harán la administración de lo común.
En el Primer Congreso Feminista de la Liga Panamericana de Mujeres que se realizó en la Ciudad de México en 1923 se discutió la importancia del voto femenino. Era un grupo minoritario. La gran cantidad de mujeres prefería ocupar ese lugar reservado a “la mujer decente” que era en casa atendiendo a sus familias, no en congresos y menos, denominados “feministas”. Cien años después de aquel Congreso, con una mujer en........
© SDP Noticias
