«La Unión Soviética no sólo derrotó al nazismo, sino que también frustró la traición que pergeñaban los aliados»
Atilio Borón revisita los 80 años desde el fin de la Segunda Guerra Mundial
El 8 de mayo de 2025 se conmemoran 80 años del fin de la llamada Segunda Guerra Mundial en el teatro de operaciones europeo. Ese día entró en vigor la rendición de las fuerzas del Tercer Reich ocurrida en la víspera. La culminación definitiva del conflicto mundial se producirá en el teatro de operaciones de Asia-Pacifico el 2 de septiembre de 1945 a través de la capitulación incondicional del imperio japonés, luego de los bombardeos nucleares de Hiroshima y Nagasaki por parte de Estados Unidos ocurridos el 6 y el 9 de agosto respectivamente.
En 2025 las efemérides de dicho evento histórico, que dio paso primero a la redefinición del orden mundial marcado por la Guerra Fría y luego a un período de hegemonía estadounidense en el control del sistema-mundo, coinciden con una serie de hechos diplomático-militares que vienen a indicar el eclipse del ciclo de la hegemonía estadounidense. En pocas semanas desde su segunda asunción como presidente de los Estados Unidos, Donald Trump socavó las bases de sustento de la OTAN, alianza atlántica forjada luego de la Segunda Guerra. Con su decisión de negociar directamente con Vladimir Putin la finalización del conflicto bélico en Ucrania y relegar a la diplomacia europea, el huésped de la Casa Blanca demolió políticamente el pacto de defensa colectiva que unía a estadounidenses y europeos desde 1949. El razonamiento que subyace a esta decisión parece ser el hecho de que Washington estima que la solidaridad transatlántica no corresponde más a sus intereses, al menos con la centralidad que este vínculo tuvo durante siete décadas y media. Es por ello que hoy la prioridad para Trump es la normalización de las relaciones con la Rusia de Putin y ya no más la suerte de Ucrania, excepto si esta no está directamente relacionada con el interés estratégico del país del norte por apoderarse de diversos recursos naturales estratégicos subyacentes en suelo ucraniano.
Estos gestos del presidente de EE.UU. —a los que se suman la decisión de establecer de aranceles a las importaciones de distintos países que conmueve las bases de los intercambios comerciales mundiales— hacen saltar por los aires los vínculos de amistad acumulados a lo largo de setenta y cinco años de ambos lados del océano Atlántico, la proclamada pertenencia común hasta nuestros días al campo de las democracias liberales. Ridiculiza también la inagotable gratitud de los europeos hacia los estadounidenses por la victoria de 1945; actitud que al mismo tiempo permitió a las élites políticas y a las clases dominantes europeas degradar el decisivo rol que tuvo el Ejército Rojo en la derrota militar del régimen nazi.
El general Charles de Gaulle, figura clave del desenlace militar de la Segunda Guerra Mundial y en las negociaciones que cimentaron el orden institucional y económico de posguerra, sostenía que “llegaría un día en que los americanos se irán, y el orden del mundo cambiará”. ¿Ha llegado ese día? ¿Coincide la conmemoración de los 80 años del fin de la Segunda Guerra Mundial con un momento de clivaje en la transición del orden mundial?
Con este trasfondo, Tektónikos entrevistó al politólogo y sociólogo argentino Atilio Borón, docente universitario, exdirector ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), autor de numerosos libros y actualmente director del Centro de Complementación Curricular de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Avellaneda y del Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini.
—¿Cuáles son, a tu entender, los rasgos distintivos de ese período histórico que incidieron en el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial?
—Hay muchos factores, pero a mi juicio los de más peso son los siguientes: por un lado, la pésima resolución de las negociaciones que tuvieron lugar al fin de la Primera Guerra Mundial, que alimentaron el revanchismo alemán ante la humillación a la que fue sometida Alemania en el tratado de Versalles. Hubo, sí, una voz disidente dentro del coro triunfalista que entonaban los vencedores de la Primera Guerra Mundial. Fue la de John Maynard Keynes, quien recogió sus críticas en un libro notable publicado en 1920 bajo el título “Las consecuencias económicas de la paz”. Keynes sostenía que el tratado era injusto, vejatorio para con los ciudadanos germanos, y que además impediría la recuperación económica de Alemania y, con ello, dificultaría también los esfuerzos de reconstrucción económica de los países europeos. Las “reparaciones” impuestas a Alemania eran exorbitantes, decía Keynes, y tampoco se abordaba el tema de las deudas contraídas por las fuerzas beligerantes. Humillar y condenar a Alemania a la pobreza podría tener como resultado suscitar una respuesta agresiva y violenta, robusteciendo a los elementos conservadores que había en ese país y que ya estaban socavando a la República de Weimar. En suma, un........
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