Frente al nacionalpopulismo autoritario, reconstruir la esperanza democrática
El nuevo autoritarismo —que se envuelve en banderas de libertad mientras recorta derechos, debilita el Estado y promueve la ley del más fuerte— quiere convencernos de que no hay alternativa, que debemos resignarnos al miedo, al orden impuesto, al cierre del futuro. Pero hay una convicción que empieza a extenderse con fuerza entre muchos sectores sociales: sí hay alternativa. Y esa certeza creciente es ya una primera derrota para quienes quieren clausurar la imaginación política. Otro mundo es posible, pero no es un sueño lejano: está en este, y depende de nosotros hacerlo real.
En estas líneas quisiera invitar a una reflexión compartida sobre la necesidad urgente de articular una alternativa ideológica y programática frente al avance de este proyecto político de corte reaccionario y antisocial. Aunque este nuevo autoritarismo no se presenta abiertamente como enemigo de la democracia, se comporta como una actualización del fascismo clásico, un fascismo 2.0 que diría el historiador italiano Steven Forti: no busca abolir las instituciones, sino capturarlas, colonizar el lenguaje público, convertir la política en un campo de batalla emocional y construir un enemigo interno permanente. Hereda del fascismo su programa emocional, su estrategia de agitación y su desprecio por el bien común, las políticas sociales, el diálogo como vía para resolver los conflictos y la construcción de un proyecto colectivo que incluya a todos, aunque lo vista con ropajes democráticos. Una reflexión abierta y optimista: porque pensar en otro futuro no es ingenuidad, es........
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