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La clase media, la Revolución y la sociedad real

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24.04.2025

Diez años tendría mi mamá cuando echaron a la familia al camino real.

Mi abuelo, que cultivaba una vega cerca del pueblo de Cabaiguán, se había negado a vender dos cosechas seguidas, por los precios abusivo que le ofrecían los mercaderes de tabaco. Por desgracia, cuando la crisis de 1929 provocó la quiebra del banco en el que tenía sus ahorros, se vio forzado a vender aquellas cosechas acumuladas, a precios peores todavía. Así y todo no le alcanzó para pagar la renta de la finca. De manera que el propietario de la tierra los desahució sin más contemplaciones, “echándolos al camino real”, como se decía entonces, y quedándose con todo lo invertido por mi abuelo en la finca, incluidas vivienda, siembras y animales. Mi mamá, quien evocaba aquella finca Los Valles como si fuera el huerto del Edén, me narraba aquel día aciago, imborrable en la memoria familiar, desde que tuve uso de razón.

Cuento esta historia cada vez que tengo que explicar cómo la reforma agraria se metió con los intereses creados y conmovió el sentido común, sacando a flote una visión ancestral de la justicia bastante anterior al comunismo, incluso entre gente nada revolucionaria, y que se decían ajenos a la política, católicos y de clase media muy bajita, como los siete hermanos de mi mamá.

La traigo a colación aquí y ahora para ilustrar la diversidad de sujetos y actitudes en ese saco llamado “el sector privado”. Ahí estaba mi abuelo, guajiro poseedor de una parcela, propiedad de un terrateniente que contaba con la ley y el orden de su lado, y de un pequeño capital puesto en manos de un banquero que se podía declarar en quiebra, así como de una producción de tabaco en rama que unos especuladores podían saquearle aprovechando las coyundas del “libre mercado”.

No hace falta un doctorado para saber que aquellos cuatro sujetos del “sector privado” ocupaban puestos muy diferentes en la estructura social, y padecían la gran crisis de modos radicalmente distintos, desde arriba hasta abajo.

No es casual que más de 200 años antes de nuestro éxodo familiar de finca Los Valles, miles de vegueros rebelados protagonizaran los primeros levantamientos contra el imperio español y su monopolio comercial al sur de La Habana y otras provincias. Y que muchos de ellos se convirtieran en proscritos, alzados en zonas adonde no podían alcanzarlos las tropas de la corona; para fundar enclaves de hombres libres,........

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