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Crisis y vida cotidiana en Cuba: ¿Qué dice la sociología callejera?

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21.01.2025

“Crisis” debe ser una de las palabras más frecuentemente dichas y escuchadas en Cuba desde 2020 hasta hoy. Su empleo no discrimina campos de actuación. La encontramos en los medios de comunicación, la narrativa académica, los discursos políticos, las redes sociales y los diálogos interpersonales.

Esta “marca de época” legada por la pandemia de la COVID-19 al mundo, para nosotros, cubanas y cubanos, acentuó el devenir de altibajos con el que bregamos desde los años 90, sin superarlo, y consolidó un retroceso constante del que no salimos.

En las inclaudicables y sempiternas colas y esperas para recibir un servicio, a menudo salta esa voz en las conversaciones de ocasión, para dar un cierre que todo lo dice, todo lo abarca y explica, sobre la situación que vivimos.

Dos frases, afirmativa y lapidaria una, interrogativa y con final abierto la otra, suelen acompañar la palabreja: “eso es lo que hay” o “¿…y entonces?”, y parecen indicar que la crisis se ha instalado en el imaginario social como consustancial a la realidad nuestra, la forma prevaleciente de reproducción de la vida, sin demasiadas opciones para actuar y marcada por la incertidumbre.

Pero, ¿qué es una crisis? Técnicamente es un estado de desestabilización en el funcionamiento consolidado de un orden/sistema, que deja de alcanzar sus propósitos, no logra solucionar sus problemas con los mecanismos habituales, ni alcanza a crear formas nuevas de solucionarlos.

Probablemente por ser la parte más visible y tangible de estas circunstancias, es común que la narrativa de las crisis se centre en las aristas económicas, que ponen el énfasis en la imposibilidad de un modelo económico para reproducirse y sostener los estándares de productividad y producción necesarios para satisfacer las demandas de consumo y bienestar básicas, ya sea en forma de productos o servicios.

Por eso son abundantes las referencias a la caída del PIB, la inflación descontrolada, los precios que suben, los salarios insuficientes, los mercados desabastecidos, la carencia de alimentos y medicamentos, de combustible, de transporte público, de producción de energía, como las cuentas principales del rosario de nuestras penurias.

Esas referencias son una manera objetiva y pertinente de contar esa historia, pero le faltan algunas piezas imprescindibles para tener el cuadro completo. Ellas son: la vida cotidiana y las desigualdades. Y son importantes no solo para que la historia quede mejor descrita, sino para tomar decisiones políticas.

Cuando las catástrofes confluyen, deja de funcionar repentinamente nuestra manera de vivir habitual, las formas en que garantizábamos, con holgura o mínimamente, nuestras necesidades y las de nuestra familia y todo lo que habíamos acomodado para vivir una existencia........

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