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Preludio de “Actea”, la conquista de la utopía

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Esta historia comienza como comienzan muchas otras cosas importantes: casi por casualidad. Mientras preparaba su disco Armonías, la soprano y compositora Bárbara Llanes tenía el anhelo de incluir una obra cubana escrita exclusivamente para orquesta. Fue entonces cuando el director José Antonio Méndez le sugirió explorar el archivo del Museo Nacional de la Música. Allí, el director del museo, Jesús Gómez Cairo, le lanzó una idea que cambiaría el rumbo del proyecto: “¿Y si buscas entre los papeles de Hubert de Blanck?”.

Aquella chispa fue el detonante de una búsqueda que pronto se volvió mucho más grande. La musicóloga Gabriela Rojas tomó las riendas de la investigación, y lo que comenzó como simple curiosidad terminó convirtiéndose en una labor de años, con descubrimientos valiosísimos, conciertos y grabaciones que han dado vida a la música olvidada de un gran compositor.

Hubert de Blanck fue un relevante pianista, compositor y pedagogo de la segunda mitad del siglo XIX, quien, a pesar de tener su origen en los Países Bajos, se enamoró de Cuba (y de una cubana), decidió nacionalizarse y quedarse aquí a vivir.

Cuando estudiamos esta figura en la escuela, se destaca especialmente su labor pedagógica, ya que en 1885 fundó el Conservatorio Nacional de Música de La Habana. Todos estos años, su obra, que cuenta con muchas partituras manuscritas e inéditas, había estado archivada en el Museo de la Música. No se escuchaba, así que no se conocía mucho.

Gracias al movimiento de rescate de músicos e investigadores ya no es un secreto para nadie lo prolífica que resultó su labor como compositor,........

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