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La política arancelaria de Trump: un tiro en el pie para Estados Unidos

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08.03.2025

Uno de los primeros actos del presidente Donald Trump durante su recién inaugurado segundo mandato fue restaurarle el nombre al pico más alto de la nación, en Alaska. El nombre había sido cambiado en 2015 por la Administración Obama, con la palabra con la que se le conoce entre la población originaria: Denali, “el más grande”—. Oficialmente, se llama de nuevo Monte McKinley, como en 1917 bajo el presidente Woodrow Wilson.

Una orden ejecutiva del pasado 20 de enero establece que:

el presidente William McKinley […] condujo heroicamente a nuestra nación a la victoria en la Guerra Hispano-Americana. Bajo su liderazgo, Estados Unidos disfrutó de un rápido crecimiento económico y prosperidad, incluida una expansión de las ganancias territoriales para la nación.

Y seguidamente, elabora:

El presidente McKinley defendió los aranceles para proteger la industria manufacturera estadounidense, impulsar la producción nacional, la industrialización y el alcance global de Estados Unidos a nuevas alturas […]. Esta orden honra al presidente McKinley por dar su vida por nuestra gran nación y reconoce diligentemente su legado histórico de proteger los intereses de Estados Unidos y generar una enorme riqueza para todos los estadounidenses.

Suscribible sin duda para el ”sentido común” que pretende instalarse en las conciencias, incluida la omisión del jingoísmo de la presidencia de McKinley (1897-1901) y el hecho de que en 1898 anexara a Hawái para levantar allí una base militar. Esto último sugiere, ciertamente, intrigantes paralelismos con lo que el actual ocupante de la mansión blanca se ha propuesto con Groenlandia, una expresión de ese “

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