Donald Trump y el boomerang comunicativo
En su clásico ensayo “El problema de la recepción”, Umberto Eco escribió:
Las mejores condiciones para la transmisión de la comunicación se dan cuando el que recibe el mensaje lo interpreta con arreglo al mismo código empleado por el emisor.
Pero incluso en este caso, la comunicación se halla sometida a múltiples riesgos. El signo del mensaje corresponde a una significación precisa solo si se consideran significados, significantes y códigos sobre la base abstracta y estadística de una comunicación teórica.
Y añadía entonces un elemento de la mayor importancia:
En realidad, cada significante abre, en el espíritu de quien lo recibe, un campo semántico sumamente amplio; el juego de las referencias y las evocaciones se ve sometido a la psicología personal, a la situación concreta de cada individuo. Todo mensaje, en cualquier caso, nos coloca ante una serie de posibilidades sobre el modo en que será recibido; el emisor se esfuerza por articular de manera que los equívocos y las variaciones receptivas afecten lo menos posible al receptor.
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Los mensajes de Donald Trump constituyen terreno propicio para una brevísima incursión en las dinámicas emisor-receptores, sobre todo porque sobre los segundos componentes de esa dupla suelen terminar funcionando de otra manera al actuar esas “variaciones receptivas” a las que alude el estudioso italiano. Y ello ocurre porque van dirigidos a un universo específico, a las llamadas bases —es decir, a sus seguidores de MAGA—, pero, por lo mismo, se reciben con reacciones que van de estupor a rechazo más allá de ese ámbito restringido.
Esos contenidos tributan, de un modo u otro, a la idea misma que anima a ese movimiento populista conservador desde sus orígenes: la creencia de que Estados Unidos fue en el pasado un país “grandioso”, condición que habría perdido debido a la influencia foránea, tanto dentro de su territorio —dígase por la inmigración y el multiculturalismo— como en el exterior debido a la globalización y a la creciente integración de diversas economías nacionales.
Esos mensajes ejecutivos socializan, por ejemplo, una de las ideas-fuerza del movimiento; es decir, que esa suerte de caída en desgracia o “paraíso perdido” puede y debe ser revertida mediante políticas de “Estados Unidos [“América”] primero” a partir de componentes como el proteccionismo........
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