Daniel Madruga: “El arte no es cierto o, al menos, es un espacio donde lo falso puede pasear sin límites”
Daniel Madruga (Camagüey, 1992) es egresado del sistema cubano de enseñanza artística. Desde 2017 ocupa una plaza de profesor en la Universidad de las Artes (antiguo ISA), actividad que conjuga con el desarrollo de su obra personal.
Ha realizado tres muestras personales. Estas son, en orden cronológico inverso: Aparente simulacro, 2022 (Galería La Nave, La Habana), Relaciones perversas, 2019. (Galería Casa 8, La Habana) y La historia del hombre contada por sus casas, 2011. (Museo Provincial, Camagüey).
En 2018 se exhibieron en la Feria Art Madrid cuatro esculturas en plomo de su autoría, presentadas por la galería habanera Alterna Studio, focalizada en el arte cubano emergente. Su obra, además, ha formado parte de numerosas exposiciones colectivas acogidas por importantes instituciones culturales de la capital cubana, como las galerías Habana, Génesis, La Nave y el Museo del Ron. Participó, además, en eventos colaterales, en las ediciones XII, XIII y XIV de la Bienal de La Habana.
La obra de Daniel Madruga se caracteriza por su incesante contrapunto con el entorno. Buen observador, construye metáforas —en ocasiones intrincadas— que intentan responder a cuestionamientos existenciales eternos. Es un dibujante de primerísimo nivel. Incluso, muchas de sus piezas pictóricas presentan soluciones gráficas. Apenas está comenzando a expresarse, y ya lo hace con reconocida marca personal. Cabe esperar de él una trayectoria ascendente y plena. Es artista a coleccionar.
Coméntanos cómo fue tu proceso de formación en el campo de las artes visuales. ¿Crees haber recibido en tus 9 años de estudio herramientas técnicas y conocimientos teóricos suficientes para salir a la vida profesional bien pertrechado? ¿Cuáles han sido las fortalezas del sistema educativo que te tocó y cuáles sus debilidades?
Mi primer acercamiento al arte bajo rigor académico fue al entrar a la escuela de nivel medio en Camagüey. Desafortunadamente, mi generación no contó con el nivel elemental en artes; eso reduce el tiempo de estudios a 4 años en la academia, y después, si se superan los exámenes de ingreso a la universidad, serían 5 años más. Actualmente con el nuevo plan de estudios ese tiempo se redujo aún más, a solo 4 años en el ISA.
La enseñanza en Cuba, desde mi experiencia, primero como alumno y después como docente, no es mala, solo que no está bien organizada. Me gradué de pintura en el nivel medio, y puedo casi asegurar que no soy para nada un buen pintor. Muchas carencias influyen en la formación de los estudiantes. El proceso de aprendizaje académico requiere una logística y un guía técnico que sepa extraer de los alumnos esas habilidades que supuestamente tienen, y sin esos dos pilares la formación no es completa. Puedo decir que tuve un excelente profesor de dibujo que, quizá sin saberlo, fue mi mejor base. Los muchachos que, como yo, éramos de pintura, jamás tocamos el barro u otros materiales que responden a otros medios, lo cual traía como consecuencia una enseñanza muy centralizada, dejándonos con pocas herramientas para asumir el arte contemporáneo. Y así sucedía —y sucede— con los que son de grabado o escultura.
Luego, en el ISA, tuve que aprender por mis medios a dominar otros materiales. El ISA es perfecto en ese sentido, ya que no hay una enseñanza centralizada, ni una enseñanza técnica. El proceso está pensado para que el alumno comience a madurar su obra y su pensamiento. Eso nos obligaba a ir de un medio a otro; no todo puede resolverse pintando, o modelando. Había que buscar soluciones y casi siempre de manera independiente, explorando y aprendiendo de otros que sabían dominar esos materiales o medios. Fue una verdadera escuela. El artista contemporáneo difícilmente se casa con un medio y una forma de hacer arte; por el contrario, se está moviendo, haciendo evolucionar su obra, y el ISA es eso, un torbellino en todos los sentidos.
Tuve la suerte de egresar de la academia y entrar directamente allí, por lo que pude ver el cambio y pude suplir esas carencias que traía del nivel medio.
No ocurre igual en todas las academias del país. Cada cual tiene sus “deficiencias” particulares, pero lo común es ese sistema centralizado que busca especializar a los estudiantes como si fueran ingenieros, dejándolos huérfanos de otras formas de hacer arte.
“Sin pan ya no hay circo”, 2020. De la serie “Teoría de los vencidos”. Carboncillo sobre cartulina, 30 x 30 cm. “Paisaje”, 2020. De la serie “Teoría de los vencidos. Carboncillo sobre cartulina, 30 x 30 cm.
La primera exposición personal que consigna tu hoja de vida toma su título de un texto de Martí en La Edad de Oro: La historia del hombre contada por sus casas, Museo Provincial de Camagüey, 2011. ¿Fue tu trabajo final en la Academia Vicentina de la Torre? Relátanos de qué trataba la muestra.
Sí, mi tesis de grado. En ese momento fue muy importante para mí porque logré cerrar un ciclo de trabajo. Mis primeros dos años en la academia fueron de encontrarme, de entender qué era........
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