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Se acabó…

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El 17 de agosto de 2025 y tras 20 años de controlar la vida política, económica e institucional del país, el Movimiento al Socialismo sufrió una derrota plena y contundente en las urnas, y sus candidatos fueron desplazados sin posibilidad alguna de disputar el poder.

Este hecho no solo significa la caída de un partido, sino el final del régimen más poderoso que tuvo Bolivia en el siglo XXI.

Cuando Evo Morales llegó al gobierno en 2005 con el 54% de los votos, lo hizo prometiendo transformación y justicia social, y capitalizando un momento de descontento social y de agotamiento del sistema político heredado de los años 90.

Pero lo que comenzó como una promesa de “vivir bien” terminó consolidándose como un proyecto de poder sin límites, que desvirtuó las instituciones, desperdició una bonanza económica inédita y dividió a la sociedad boliviana como pocas veces en la historia.

El MAS nunca fue, en esencia, un proyecto ideológico consistente, no creó un modelo de desarrollo y no tuvo una visión de país a largo plazo.

Fue solo una amalgama oportunista construida a partir de la narrativa del nacionalismo revolucionario de 1952, la retórica del “socialismo del siglo XXI”, y las corrientes populistas de la agenda del Grupo de Río.

Ese cóctel........

© Los Tiempos