Civismo
Un hombre camina por la plaza del Sol de Madrid a oscuras durante el apagón. / Europa Press
Nos han dicho, para no decirnos nada, que somos cívicos. Han querido adularnos para poder anularnos. Pero han elegido el peor adjetivo, el más difícil de colar a una población que se sabe incívica y cafre desde tiempo inmemorial; que se conoce y la conocen; que ha incurrido, a lo largo de la historia, y por los motivos más nimios, en raptos de vesania inconcebibles. Nadie ignora que si hubo civismo en la españufa mientras duró el apagón fue por la expectativa de brevedad, por la certeza que se tenía de que la luz volvería de un momento a otro, y porque todo aquello que sirva de justificación para no acudir al trabajo pone al español de un humor excelente y lo predispone a las mayores cortesías y amabilidades. Quiere decirse que la bella estampa de los conductores dándose preferencia se produjo porque no tenían prisa ninguna; que no hubo mordiscos y........
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