El mar y los salinares. Sobre Rafael Alberti (1902-1999)
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Cuando me muera, si es que a mi cuerpo no lo manda a la nada una bomba de Europa, que me abran los ojos suavemente: ésos verán cómo se les albean los dedos de espuma de la playa y las uñas de fina arena; y en mis pupilas, igual que dos minúsculos esteros de cristales, redonda y perfecta la bahía, llena de velas gaditanas, con mis ciudades primorosas en círculos, balanceadas de mástiles y chimeneas. Rafael Alberti, La arboleda perdida
Según el recuento memorioso de Dámaso Alonso en su imprescindible Góngora y el "Polifemo", la generación de 1927 estuvo formada por los poetas Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Federico García Lorca, Rafael Alberti, Manuel Altolaguirre y el propio Alonso, quien, como se sabe, desplegó además, durante largas décadas, una labor admirable de historiador, crítico y filólogo especializado en los siglos de oro.
Apunta Alonso marginalmente, ante esa nómina generacional: "Vicente Aleixandre, miembro por la edad, no se había incorporado a ella literariamente"; adviértase, por otra parte, que Alonso no menciona a Luis Cernuda, nacido en 1904, borradura digna de reflexión e indagación; el primer libro de Cernuda, Perfil del aire, es exactamente de 1927. Los prosistas del grupo eran José Bergamín, José María de Cossío encarnizado taurófilo, como Alberti y algunos más y Melchor Fernández Almagro. Todos ellos se unieron para conmemorar en diferentes formas, en España muy poco después el movimiento se extendería a varios otros países de Europa, el tercer centenario de la muerte del "cisne andaluz".
La poesía gongorina, despreciada y relegada por el neoclasicismo y el academicismo durante casi dos siglos, renacía tres siglos después. Una de las características de esa escritura poética era su relación directa con la tierra natal de Góngora: Andalucía. Poco apreciado y atendido por la crítica, ese rasgo de su obra, el andalucismo de Góngora, estaba hecho de varios elementos que los poetas españoles del siglo XX recogieron y transformaron a su manera: la maurofilia, destacada por Antonio Carreira y otros estudiosos de los romances gongorinos; la nerviosa colorística poética; la sensualidad exacerbada; la elocuencia de alta temperatura; un agudo sentido del paisaje; la musicalidad del verso; la plasticidad, a veces torrencial, de las imágenes y las cadencias; un cierto talante cancioneril. Hubo en la generación de 1927 dos tipos de andalucismos, según Alonso anota en sus Estudios y ensayos gongorinos: "Andalucismo oriental, bravío de sierra y de bandoleros, el de Federico García Lorca; occidental, de mar y de salinares, el de Rafael Alberti". En cierto modo esos estilos de expresión estaban relacionados con el andalucismo, "esencial pero tamizado", de Juan Ramón Jiménez.
A pesar de que, en la percepción de los lectores y del público en general, toda la nueva generación poética española surgida........





















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