Cómo no ser un político
Muchos amigos, colegas y antiguos compañeros me han preguntado a lo largo de los años por qué yo no seguí una carrera política o acepté alguna de las numerosas propuestas que he recibido para un cargo público. Les respondo en el libro En busca de Nuncajamás, que presentamos mañana martes en la librería Altaïr en Barcelona; están todos invitados.
Al historiador del islam Bernard Lewis, en una de sus visitas al Oriente Próximo, un religioso profesional le reprochó: “¡No lo entiendo! ¡Con todo lo que usted sabe sobre el islam! ¿Por qué no se hizo musulmán?”. Salvando las distancias, me han hecho varias veces una pregunta similar: si sabes tanto de política, ¿por qué no te convertiste en un político profesional? Mi respuesta sería análoga a la que sospecho que daría Lewis: precisamente porque sé tanto sobre cómo es la política.
Como decía Indalecio Prieto, uno de los políticos más perspicaces de la República española de los años treinta, para ser un político uno tiene que estar dispuesto a comerse un sapo vivo cada mañana para desayunar. Yo entiendo que los políticos sobreviven porque saben que, si uno se come un sapo vivo a primera hora, ya nada peor le sucederá el resto del día. Pero mi estómago nunca estuvo preparado para tal festín.
Además de estas aversiones, creo que alinearse con una etiqueta........
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