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Hervidor de leche esmaltado
Antes de la fiebre de la leche procesada (y aún peor, esa cosa de las bebidas vegetales y las leches mejoradas), la señora Edita nos traía a casa la leche de sus vacas recién ordeñada. Aquella lechera marcial, a la que le daban igual nuestras bromas de niños, dejaba en la calle su furgoneta (esto era antes de la ORA, los párkings y demás mequetreferías con las que nos ha ido castigando la modernidad) y vertía a ojo los libros que mi madre hubiera decidido que íbamos a necesitar. “Cantos che deixo, filliño?” preguntaba Edita, y........
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