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Cosas que convienen | Habitar una aldea despoblada
Pisar con las botas las marcas horadadas en la piedra. Tocar los surcos con las manos. Imaginar que ese crujido que un día fue el ruido del mundo se abra paso en el silencio.
1. Hablar con los ausentes. No se puede olvidar a los vecinos que un día hicieron vecindario. Conviene abrir la puerta siempre abierta de las casas vacías. Pasar por el hueco donde antes pasaron otros. Presentarte en voz alta ante los que ya no están. Probar a escucharlos.
2. Comprender la ruina. Es un disfrute pasear entre lo que antes fueron casas e imaginar las voces de los desconocidos que, antes que tú, habitaron esto. Reconstruir en la mente las casas caídas, imaginar tejados sobre las vigas........
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