La misa del Gallo
Misa multitudinaria del papa León XIV. / BILAL HUSSEIN / AP
No está claro que Jesús, uno de los hijos de María según los Evangelios apócrifos e historiadores antiguos y modernos, naciera en Belén. Ni que sucediera en el frío diciembre, como se anuncia en Occidente con abetos nórdicos y suelos helados. Más bien nacería en Nazaret, en primavera, cuatro o cinco años antes de la era cristiana cuando el emperador Augusto promulgó el edicto de empadronamiento de los habitantes de Roma y sus provincias. Obvio que tampoco su madre lo envolvió en pañales al calor de un buey y una burra que ya se encargó el Vaticano de quitarlos en tiempos del papa Benedicto XV. No hubo festejo de las efemérides hasta que la Iglesia asoció el nacimiento de un niño, de futuros prodigios, a las fiestas saturnales de Roma, en diciembre, en honor del dios Saturno. En el siglo V, el papa Sixto III introdujo la celebración de una misa especial en la noche del 24 de diciembre asociada al canto del gallo en la creencia de que el Mesías nació al tiempo que su quiquiriquí cerca del alba. Con el paso del tiempo se adelantó, primero a las doce de la noche, después casi a la prima, entre otras razones, para que los feligreses pudieran comulgar en ayunas antes que la cuchipanda de la cena familiar. El coro de la parroquia cantaba el Noche de Paz. Su origen data en el año 1818 cuando el sacerdote Joseph Mohr escribió la letra, en alemán y Franz Gruber compuso la partitura cuya melodía sonó,........





















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