Miguel Méndez Fabbiani: ¿Es la propiedad privada un derecho humano fundamental?
La propiedad privada, en su concepción más profunda, simbólica y filosófica, no es simplemente un mero acto de posesión material, sino que se erige como un derecho humano fundamental y un pilar insustituible de la civilización misma. Desde la tradición de la Escuela Austriaca, encabezada por ilustres pensadores como Ludwig von Mises, la propiedad privada se revela no solo como un fenómeno legal y económico, sino como una manifestación insustituible de la libertad humana, una extensión del individuo, su integridad y su soberanía personal.
La propiedad, en tanto que derecho natural, no es fruto de la concesión de ningún Estado ni de la generosidad de la autoridad; al contrario, es un producto intrínseco de la acción humana, de la intervención del hombre en la naturaleza, como bien postuló John Locke. El trabajo humano, esa acción creativa que transforma el entorno, le otorga al hombre un derecho sobre el producto de su esfuerzo, un derecho que no puede ser negado sin hacer peligrar la propia esencia de la libertad humana.
En este sentido, la propiedad no solo sirve como el fundamento material de la subsistencia, sino que se convierte en un catalizador del desarrollo humano y social, pues el control individual sobre los bienes garantiza no solo la posibilidad de prosperar, sino la capacidad de tomar decisiones autónomas y responsables.
En este contexto, la propiedad privada se configura como el antídoto contra la tiranía y el totalitarismo, pues, como bien argumentó Mises, un sistema que carezca de derechos de propiedad privados no podría realizar un cálculo económico racional. Sin propiedad, no hay precios de mercado, no hay señales claras que orienten la producción y el intercambio, y el orden económico se disuelve en el caos y la ineficiencia.
El derecho a la propiedad no solo sustenta el orden económico, sino que también es la piedra angular sobre la que se erige el orden social y político, pues la capacidad de disponer libremente de los bienes de uno mismo asegura que el individuo sea el soberano de su destino, no el Estado.
Más aún, en un régimen que defienda los principios de la libertad individual y el capitalismo, la propiedad privada se torna en la condición necesaria para el florecimiento de la sociedad. Su defensa es, por tanto, una defensa del orden natural de las cosas, del reconocimiento de la dignidad del ser humano como un ser autónomo, capaz de decidir sobre su vida y sus bienes.
La propiedad es el reflejo de la soberanía del individuo y la premisa de su........
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