¿Filantropía “moderna”? Uf…
Vivimos en un mundo en el que, en todos los aspectos, las sensaciones superficiales predominan y son ya más determinantes que las propias evidencias objetivas. También, por supuesto, en lo que se refiere a la pobreza.
Con un capitalismo rampante sobre el que nos hacen creer, por todos los frentes (gobiernos, universidades, medios de comunicación, escuela, etc.), que no hay alternativa hoy en día, nunca hubo en este castigado planeta tantas organizaciones (gubernamentales, religiosas, infinitas ONG), cuyo objetivo, dicen, es acabar con la pobreza. Y, sin embargo, vemos que la pobreza no para de crecer, con un añadido que muchas veces no se tiene en cuenta, y que la hace más cruel: la desigualdad, o sea, la distancia que hay entre quienes cada vez tienen más (que son los menos) y quienes cada vez tienen menos (que son los más).
Constatado ese aumento real de pobreza y desigualdad, sin salir del ámbito capitalista, cabe preguntarse algunas cuestiones como, por ejemplo, si las ayudas son o no suficientes, si van o no destinadas a los fines que se publicitan, si la gestión de esas ayudas es o no la correcta, si sirven para acabar o solo para mantener el estatus de pobreza y, también, si se aprovecha la situación para conseguir un modus vivendi y promocionar la imagen pública, bien sea de una persona concreta, de una organización, de una empresa.
De la cantidad de ayudas, su finalidad real y gestión realizada, habría que remitirse a los presupuestos e informes oficiales, o a los que publican periódicamente las diversas organizaciones, para dejar claro el uso y destino de unas cifras millonarias que ya han demostrado, con creces, la incapacidad para conseguir sus objetivos.
El otro aspecto mencionado anteriormente (el modus vivendi y la promoción de la imagen pública), resulta menos noble y más controvertido, y existen muchos ejemplos de esa “filantropía moderna”, esa peculiar forma de ejercer una supuesta........
© La Marea
