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Desde otras ciudades

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La Ópera de Pekín, también conocida como Jingju, es mucho más que teatro cantado, como cualquier aficionado a este género pudiera imaginar; es una experiencia artística de gran impacto visual que combina música, canto, danza, acrobacia junto a diferentes estilos teatrales chinos enraizados en una profunda tradición cultural.

Los movimientos estilizados convierten cada escena en un incomparable espectáculo visual. Sus orígenes se remontan a finales del siglo XVIII, durante la dinastía Qing. Los actores usan elaborados maquillajes que indican el tipo de personaje a representar: los buenos, los malvados, los valientes, los cómicos y más.

Los trajes son verdaderas obras de arte, con gran riqueza cromática; la tradición indica que han de ser bordados........

© La Jornada