Las salsas son condimentos líquidos. Se inventaron, básicamente, para mejorar comidas aburridas, secas o sin mucho encanto. Tienen el poder de transformar panderitos desérticos en jugosos filetes de unicornio.

Nuestro país tiene una fascinación generalizada por ellas. He visto a compatriotas, aparentemente en pleno uso de sus facultades mentales, poniéndole una cantidad obscena de algún empaste rosa, rojo, amarillo o blanco a sus papas fritas, perros calientes, hamburguesas y hasta a sus pizzas (sepan que cada vez que alguien hace eso, en Nápoles una nona cae muerta).

En el clásico y eficiente carrito de comidas rápidas que es visitado por tantos colombianos masivamente después de una noche etílica, pernoctan tarros engrasados colmados de........

© La Crónica del Quindío