¿Yemen dirigirá sus misiles hacia los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita?
La guerra estadounidense contra Yemen , ahora en su segunda ronda, ha superado el mes sin avances claros ni plazos para el éxito. Lo que emerge, en cambio, es el creciente riesgo de escalada, que podría obligar a los actores regionales, en particular a Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, a una confrontación directa.
Aun así, varios factores podrían retrasar o incluso impedir tal escenario, similar a lo ocurrido el año pasado. Comprender hacia dónde se dirige esta guerra requiere una comprensión clara del terreno: cómo Yemen ve el conflicto, cómo reaccionan sus vecinos del Golfo Pérsico y qué podría desencadenar un estallido más amplio o una vuelta atrás negociada.
Saná vincula su estrategia militar a la resistencia de Gaza
Incluso en círculos occidentales, es indiscutible que la guerra en Yemen está ahora profundamente entrelazada con la brutal guerra de Israel contra Gaza. Washington intentó, bajo la presidencia de Joe Biden, separar ambas. Pero la realidad sobre el terreno cuenta una historia diferente: las operaciones militares de Saná coincidieron con los acontecimientos en Palestina.
Ese vínculo se hizo aún más evidente tras el alto el fuego de enero de 2025 entre Hamás e Israel, que provocó una pausa en los ataques contra Yemen, hasta que, como era previsible, Tel Aviv incumplió sus compromisos. El regreso del presidente estadounidense Donald Trump a la Casa Blanca trajo consigo la reanudación de los ataques contra Yemen, con el pretexto de defender el transporte marítimo internacional.
Sin embargo, esos ataques no habrían tenido lugar si Estados Unidos no se hubiera comprometido ya a proteger los buques israelíes. La nueva administración, a diferencia de la anterior, no hace ningún intento real de disimular la superposición entre ambos frentes.
La estrategia de Yemen ha sido clara desde el principio: su actividad militar se calibra con la resistencia en Gaza. Las facciones palestinas determinan el ritmo de la escalada o la calma, mientras Yemen se mantiene preparado para absorber las consecuencias.
Saná ha pagado un alto precio por esta postura. Washington ha procedido a congelar las negociaciones económicas entre Yemen y Arabia Saudí, castigando así al primero por negarse a abandonar su apoyo militar a Gaza. Estados Unidos ha ofrecido incentivos económicos a cambio de neutralidad —ofertas aceptadas sin reservas por los Estados árabes de toda la región—, pero Saná se ha negado a ceder.
Ante una disyuntiva binaria (o mantener su apoyo a Palestina y aceptar una congelación de los acuerdos internos, o abrir un segundo frente con Riad y Abu Dhabi), Yemen optó por mantener el rumbo.
Esa decisión se basó en tres creencias fundamentales: que Palestina debe recibir apoyo incondicional, incluso si eso significa sacrificar intereses nacionales urgentes; que la identidad política de Ansarallah se basa en la oposición a la hegemonía israelí y, por lo tanto, es........
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