La (mala) educación
La (mala) educación / Onur Kurt
El verano, y especialmente si ha sido tan caluroso como el actual, exacerba mi natural misantropía. No sé por qué odio menos a la humanidad cuando hace frío, seguramente será un trauma infantil, pero la combinación de muchedumbres, pantalones cortos patéticos, camisetas de hombreras, chanclas y sudor me da una grima espantosa. En invierno al menos la gente va tapada.
Ya, ya sé que es injusto elevar a categoría la anécdota y que no todos somos iguales, afortunadamente, pero echen un vistazo a su alrededor en cualquier ciudad del mundo (de las supuestamente civilizadas) y el panorama es negro teléfono.
Donde se llega al máximo común denominador de las incomodidades, es en los aeropuertos y especialmente en el ratito antes de despegar y después de aterrizar. Cuando empecé a volar, allá cuando los hermanos Wright, la gente iba de lo más apañada en los aviones. Traje y corbata ellos, vestidos ellas, zapatos Oxford o tacones, nada de equipaje de mano que para eso habían facturado las maletas, si acaso un maletín o un neceser monísimos. El portaequipaje de encima de los asientos apenas se utilizaba o servía para guardar el abriguito.........
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