¿Es TikTok nuestro nuevo laboratorio cultural?
Cada vez que una red social irrumpe, la narrativa es la misma: se proclama como “el futuro”, mientras unos la usan para entretenerse y otros para menospreciarla. Pasó con Facebook, que reconfiguró la manera de relacionarnos; con Twitter, que se volvió termómetro político; con Instagram, que convirtió la aspiración estética en regla de mercado. Nada de esto es nuevo. Pero TikTok sí introduce algo distinto: se transformó en un verdadero laboratorio cultural.
TikTok no es solo una red, es un ecosistema donde los símbolos circulan a la velocidad de un scroll. Y esos símbolos (si lo pensamos en términos de capitales sociales, económicos y simbólicos) son la moneda que define qué gana relevancia. El caso de Stanley lo ilustra: pasó de vender termos de nicho a facturar más de 700 millones de dólares. La explicación fácil: se viralizó. La versión completa: su producto acumuló capitales diversos, se volvió estatus, identidad y aspiración en un mismo objeto.
Lo que cambia con TikTok no es la posibilidad de crear contenido, sino la forma en que los significados se........
© Expansión
