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La decadencia del lenguaje político

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Hubo un tiempo en que la política era un escenario de ideas fuertes, de palabras bien afiladas y de discursos que, a pesar de ser vehementes, mantenían una forma y una dignidad. Hoy en día, en cambio, los discursos institucionales parecen una cadena de frases lanzadas al aire, una especie de pelea verbal sin ningún tipo de rigor ni previsión

Las intervenciones del Parlament o del Congreso se han convertido en un ciclo de ruido y banalidad: repeticiones absurdas, comparaciones lamentables y comentarios que rozan la vergüenza ajena. Todo ello envuelto en una falsa espontaneidad, como si aparentar ser espontáneo fuera sinónimo de ser auténtico. La naturalidad (o, más bien, la falsa naturalidad) no justifica la pobreza expresiva; ni la indignación ni la pasión tienen que servir de cortina de humo para la pereza lingüística.

La política se ha adaptado al mundo de las redes, al reinado del fragmento y del clip

Esta degradación no es casual. Hay una lógica detrás: la política se ha adaptado al........

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