Cuando un pequeño negocio no conoce cómo manejar su flujo de caja, cómo calcular sus costos reales, cómo usar un crédito sin ahogarse o cómo decidir entre ahorrar o reinvertir, queda expuesto. Y esa realidad la viven a diario cientos de comerciantes en el Tolima, no por falta de esfuerzo, sino por falta de educación financiera.

Y es que nadie fracasa por falta de ganas. Aquí la gente madruga, trabaja, inventa, resuelve, se rebusca y vuelve a empezar. Pero muchos de nuestros comerciantes terminan perdiendo una batalla silenciosa: no contra la competencia, ni contra los impuestos, ni contra........

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