Política: ¿Circo emocional?
“…Un mundo dominado exclusivamente por las emociones sería un lugar caótico, donde el progreso y la sobrevivencia se imposibilitarían, peor aún si estas se constituyeron en la principal motivación de los líderes políticos mundiales para la toma de decisiones…”
Jorge Puigbó
Hace muchos años tuve un amigo que le gustaba mucho jugar por dinero, apostaba en casi todos los eventos en los cuales se prometía un premio, las carreras de caballos y la lotería eran sus preferidos, pero no eran los únicos, todos los juegos de azar, sin importar cuales fueran, eran para él una atracción irresistible. Su entorno familiar, incluso sus amigos, sufrían las consecuencias de dicha adicción y le reclamaban constantemente, pero el efecto que le producía el envite, la adrenalina que le generaba en su organismo, podía más que cualquier otra consideración, la compulsión era enfermiza. Llegaba a tanto su ceguera que cuando las autoridades descubrieron un gran fraude en la lotería nacional y se demostró que, la manipulación del sorteo imposibilitaba ganar, él todavía continuaba con sus apuestas, tal era su adicción, y, asimismo, tampoco le importaba que las carreras de caballos estuvieran «arregladas», una falsa esperanza y la necesidad imperiosa de sentir la emoción profunda de arriesgar valores en una apuesta, convencido de poder ganar algo más valioso, controlaba sus decisiones. Una explicación aceptada nos indica que el cerebro humano posee un sistema de recompensa que impulsa la repetición de algunas de nuestras actuaciones o conductas y se debe a que, las mismas, nos provocan sensaciones placenteras, por eso nos agrada repetirlas.
Cabría, entonces, una primera reflexión o interrogante: ¿Si repetimos conductas que nos gustan y rechazamos aquello que nos desagrada, donde........
© El Impulso
